Un objetivo perdido y de nuevo encontrado:
Cuando me preguntaban ¿qué quieres ser de mayor? en los cuestionarios de principio de año (en Francia en 6º de primaria y en 2º de la ESO se solía hacer); yo contestaba que no lo sabía pero que tenía que ser algo que me permitiera ayudar a los demás. Para la mayoría de los mayores que me rodeaban, esto no significaba absolutamente nada, o significaba que me tenían que ayudar a encontrar mi vocación.Era una niña muy obediente y con algo de falta de confianza. Y al final me deje llevar por uno y otro hacia unos estudios que no me convenían. Abandone la via científica empujada por un profesor de francés que me decía que era mejor vía para mi, luego al elegir la carrera mis padres sin darse cuenta me llevaron al derecho, y como no me gusto acabe estudiando marketing (claro está después de haber terminado la carrera de derecho).
En fin...cuanto tiempo deambulando por la facultad, en la biblioteca...
y acabe trabajando en empresas privadas sin encontrar lo que me gustaba, siempre con algo de frustración interior. Algo no encajaba entre mi yo interior y el resto.
Un buen día, no recuerdo muy bien cómo me dí cuenta de que el único leitmotiv en el instituto, la facultad, los empleos (algunos con responsabilidades) era mi empatia y mi voluntad de ayudar a los que me rodeaban.
Entonces todo empezó a encajar.
Empece a documentarme sobre la psicología, los efectos de las plantas, el funcionamiento del cuerpo y de las enfermedades, las energías sútiles (magnetismo, Ki, Chi, etc), coaching, PNL, relajación.
Tarde unos años en darme cuenta que no iba a ser feliz nunca si no me dedicaba a los demás.
Y así fue como llegue a la conclusión de que mi objetivo es ayudar a los demás.
¡Si es que los niños saben mucho más de lo que creen y pensamos!
Formarse:
Una vez el objetivo claro, solo queda saber como ayudar a los demás. Estaba claro que mis trabajos de documentación mostraban una clara tendencia hacia las terapias alternativas. Así que empece a buscar y por casualidad encontré el Shiatsu.
Practicando Tai-Chi, conocí a una acupuntura quien al ver mi reparo con la agujas me propuso informarme sobre el Shiatsu. Me dijo que esta técnica me permitiría tratar las dolencias físicas y ayudar con las psicológicas.
Visite varias escuelas en Madrid y la que mas me gusto fue la Escuela Japonesa de Madrid. No solo por su cursus completo con anatomía, fisiología, patología sino también porque el maestro Onoda desarrolló una técnica especifica del Shiatsu, más adaptada al cuerpo de los occidentales: El Shiatsu Aze.
Con esta técnica se consigue tratar los dolores de espalada (de los occidentales) a la vez que se emplean los meridianos chinos para equilibrar el Qi (Chi en Chino) y mejorar la salud.
Y allí estoy en mi primer curso totalmente perdida: aprender a presionar adecuadamente, a colocar el receptor, a tener una postura adecuada. El primer año dónde se enseña las bases de Shiatsu, la anatomía es agotador y da la sensación que uno nunca va a saber dar un masaje Shiatsu correctamente.
Al segundo año, ya con las bases adquiridas, se trata de perfeccionar las técnicas y de entender las bases de la medicina china y la fisiología occidental. Los conceptos se van mezclando: el ying, el yang, los meridianos, el fuego y el metal... pero por fin se hace la luz y entiendo estos conceptos.
Al tercer año ( y último entonces), se ven los tratamientos por patologías a la vez que se estudian las patologías en teoría. Es el año más motivador porque por fin todo cobra sentido.
Y llega el fin del curso, y a pesar de todas las horas de practicas obligatorias...parece que cuanto más sé más me queda por descubrir, aprender.
Con la naturopatia el camino ha sido un poco diferente aunque siempre he notado que el mundo de la fitoterapia, de los complementos nutricionales eran los más atractivos (para mí).
Empecé poniendo en práctica lo que encontraba en los libros, buscando la explicación a los buenos consejos de mis abuelas y amplié progresivamente mis conocimientos hasta validar lo adquirido mediante el Instituto Profesional de Estudios de la Salud.
Trabajando de terapeuta:
Los principios no son fáciles. Empiezo cuidando de las personas que me vieron evolucionar mediante las prácticas: compañeros de trabajo, amigos, vecinos. No tengo mucho tiempo entre el trabajo "normal" y mi trabajo de terapeuta así que los viernes por la tarde, algún entrenamiento o sábado se desvanecieron para dar lugar a la terapia.Durante estos principios es cuando decido combinar varias terapias manuales, añadir consejos de naturopatia a los masajes para llegar a un mejor resultado.
Poco a poco empiezo a tener clientes a domicilio y un buen día cansada de compaginar un trabajo de oficina con el Shiatsu, me tiro a la piscina y abro la consulta de Shiatsu y Salud Natural.
¡¡Qué fría el agua de la piscina!!
Ahora con la consulta funcionando, no dejo de aprender y entender como funcionan el cuerpo y la mente. No solo leo y me formo a otras terapias sino que la propia practica profesional del Shiatsu obliga a cuestionarse y a evolucionar.
Cada día me siento más humilde frente a la complejidad del cuerpo y de su conexión con la mente, frente a los efectos del Shiatsu, de la naturopatia, o de las terapias que emplean mis compañeros de trabajo.
Lo apasionante de mi trabajo, además de hacer lo que me gusta, es que nunca dejaré de aprender.
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